21.6.06

Tengo ganas

Tengo muchas ganas de escribir y pocas de pensar, así que pondré lo que me vaya saliendo.

Ahora que tengo nueve horitas más de tiempo por día y ya pasé por la etapa de dormirlas completas, estoy buscando cosas para hacer. Todo sea por evitar que me caiga la ficha de "tengo más de treinta, no tengo título ni certificaciones y tengo que buscar trabajo".

Desde que dejé de ir a la oficina me sorprendió lo rápido que me volvieron las ganas de hacer cosas. Todavía no superé la etapa de no poder concentrarme al leer algo, pero voy de a poquito, el lunes-martes aprobé un examen y tengo que preparar otro, de a poquito será.

Lo primero que se me ocurrió fue reflotar dos proyectos que tenía completamente abandonados: remodelar mi dormitorio y armar una pecera-estanque en mi patio. Por ahora estos proyectos solamente son ideas y dibujos, hasta que pueda aprovechar que tengo un arquitecto en casa y esos dibujos se conviertan en un plan concreto y una lista de tareas.

Para mi sorpresa, fui poseída por el espíritu del ama de casa. Desde que me levanto hasta que me acuesto me la paso viendo manchas en azulejos y buscando rincones donde pasar el plumero atrapapolvo, el autobrillo, el lustramuebles. La semana pasada ataqué el baño, del piso hasta un metro ochenta (hasta ahí llego) quedó impecable, da pena bañarse. Hasta me di el lujo de hacer pruebas con varios productos para ver cuál saca mejor las manchas de jabón de la mampara de vidrio de la ducha. Ayer salí a comprar algo para la cena, y volví armada con cuatro bolsas de cosas: limpiavidrios, lustramuebles, autobrillo, trapos, franelas, escobillón, secador, y un hermoso aerosol para limpiar el horno. Se que es algo pasajero, la limpieza del hogar definitivamente no es lo mio, pero mientras me dure el ataque aprovecharemos los resultados.

Esta semana fue una semana de primeras veces.

El lunes conocí a Dave, el marido de mi amiga Gaby. Capo total, me cayó tan bien como las pocas veces que chateamos, quizá más. Gaby está igualita que la última vez que la vi hace casi dos años, antes de que se fuera a vivir a Canadá. No, no está igualita, está más linda, se trajo de allá algo maravilloso: una pancita de tres meses que crece de a poquito, y que parece tener un par de "pasajeros", o uno bastante grande :-). Tomamos mate (Dave una chocolatada) por casi cuatro horas, y parecieron pocas. Desde que me avisó que volvían nos dedicamos a hacer una lista de cosas para hacer llegado el momento, y el momento llegó. Ya cumplimos con la primera, quedamos verdes de tanto mate. La próxima serán las películas y la pizza (ella adora mis pizzas y yo adoro que alguien adore mis pizzas), seguirán el bingo (otra primera vez), el zoológico, los lagos de palermo, shoppings varios, cine, la República de los Niños... hay muchas cosas por hacer, y por suerte, mucho tiempo para hacerlas.

Otra cosa que hice por primera vez fue limpiar el horno. No es de cochina, fue por falta de tiempo, siempre me conformé con una repasadita después de usarlo, pero esta vez fue a fondo. Adquirí uno de esos aerosoles que prometen limpiar en frío y sin vapores molestos. Lástima que no avisa de ese perfume a limón que disuelve lentamente los pulmones (todavía estoy tosiendo), pero los resultados son asombrosos, nunca pensé que algo pudiera juntar tanta mugre.

También hice mi primer empanada gallega. La versión Salitou es una simple tarta de cebollas, pimientos de todos los colores y pescado, de lata esta vez, la próxima será en filet. Espero que el sabor sea directamente proporcional a la pinta porque quedó de lujo, doradita, prolijita, alta, copia exactamente la forma de la tartera y el olorcito arrancó más de un "mmm... qué olor rico que sale del horno... qué estás haciendo?". Está tan linda que da lástima comerla, pero mañana será prolijamente cortada y degustada. A modo de celebración.

Qué estoy celebrando? La vuelta de mis ganas de hacer cosas.

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