Bien, qué pasó antes de las diez de la noche del 24 de diciembre no lo voy a contar. No porque no se pueda contar, sino porque no me acuerdo mucho, se que varios días antes dormí poco y nada haciendo un compilado de emergencia de música navideña. El resultado fueron tres bonitos cds para disfrutar en familia, y unas ojeras iguales de redondas que los cds.
El 24 a las diez estábamos viajando rumbo a lo de mi abuela. Panamericana? Imposible. Demoramos un poco más de lo habitual, pero menos que si hubiéramos ido por el camino habitual.
Llegamos un ratito despues de las diez de la noche, saludamos y de ahí derechito a la mesa. Cena fría al aire libre, la noche se prestaba. Eramos pocos, bah, menos que los habituales, solamente catorce personas para cenar.
Despues fuimos para adentro a simular la visita de Papá Noel, para Karen, la más chica, que ligó muñecas de todos lados. Tenía la familia completa. Y ahí demostró su prodigiosa inteligencia y capacidad de captar la realidad cuando decidió bautizar a su nueva Barbie rubia con solerito y tacos altos como la que está escribiendo esto (??????).
Bautismos a un lado, brindamos, partimos el turrón (a mano, como si fuera la última cena), y después de brindar por la Navidad, brindamos por el cumpleaños de mi primo.
Tranquila la noche, había un dejo de depresión dando vueltas por todos lados, no pude descubrir exactamente por qué, incluso llegué a ver un par de lagrimitas disfrazadas de alergia. Pero tengo la costumbre de no romper las guindas para que me cuenten lo que no me quieren contar, así que puse mi cuota habitual de chistes para relajar un poco el ambiente. Afortunadamente estaba mi hermano para payasear, porque mis chistes son peor que malos :-P
Y seguimos brindando hasta que las botellas quedaron vacías, y después me puse a jugar a las muñecas, después de haber dejado la costumbre por decisión propia hace más o menos veintiséis años, volví a jugar a las muñecas.
Después, a dormir.
El 25 arrancó tempranito, a las doce de la noche para ser exactos, pero mi veinticinco empezó a las ocho de la mañana, cuando me empezaron a despertar. A eso de las diez ya estaba tomando mi café gigante, y a las once ya estaba adobando el corderito :D
Si, almuerzo de veinticinco = asadito.
Uno de los de la cena nos abandonó para irse a la costa, ingrato, como puede preferir estar en una casa en un bosque al lado de la playa en lugar de asarse en Buenos Aires? Pero se sumaron tres, así que el balance se mantuvo. Estaba todo perfecto, la vaca estaba buenísima, el cordero increíble, hasta que por esas cosas climáticas una sucesión de ráfagas me llenó de ceniza (por qué a mi y no a los que estaban sentados al lado mio?), y tuve una crisis alérgica, y tuve que abandonar el asado para irme al interior, a respirar un poco. Una tía me perseguía con un pedazo de cordero en un tenedor "no vas a comer esto?". No le contesté, no por mala, sino porque de verdad no podía respirar, ni para comer ese bocado de cordero ni para hablar.
Se me pasó el ataque, pude respirar otra vez. Y me agarró el sueño, y me quedé frita, planchada, arruinada. Qué habrá sido? Tantos días sin dormir casi? Una extraña y nueva forma de resaca post brindis navideño? No tengo idea, pero me costó despertarme para volver a casa.
Después del largo viaje (en transporte público son dos horitas), llegamos a casa, como a las diez de la noche. Y me acosté, y dormí, soñé cualquier cantidad de cosas, locas y no tanto. Me desperté al mediodía del 26, y me volví a dormir, hasta las siete, cuando llegaron mis viejos y nos fuimos a festejar el cumpleaños de mi mami.
Y volví a casa a la una, y a que no adivinan qué hice? Siiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!! Dormir, hasta hoy a la mañana, me levanté y dije "no puedo pasarme la vida durmiendo" y me hice un café. Al mediodía ya estaba otra vez con Morfeo, y seguí viaje hasta hace un rato.
Y saben qué? sigo con sueño.
Me voy a dormir :-)
Espero que hayan tenido una linda Navidad.
Saludillos