23.12.05

Fiestas

Hola gente!

Cómo se están preparando para las fiestas?

Yo no me estoy preparando, no se si es que no tengo fuerzas o no tengo ganas o qué me está pasando, pero no estoy ansiosa por reunirme con la familia, brindar, y mucho menos eso de todos con la copa en la mano esperando escuchar en la radio la sirena que dice que se terminó el año. Es más, esa sirena siempre me dio miedo, es como la que anuncia el bombardeo en las películas, siempre espero q caiga la bomba encima del living y nos haga puré a todos, solo por un instante, antes de empezar a saludar a los parientes.


Desde hace un tiempito incorporé una costumbre para estas fiestas, y es decirle a los integrantes de mi familia, en ese ratito de brindis y saludo, que los quiero mucho, y darles un abrazo de oso.
Incorporé eso hace un par de años, cuando mi abuela paterna todavía estaba con nosotros, un día pensé "y si se va sin que yo le diga todo lo que la quiero?". Y fue así que perdí el miedo a decir "te quiero mucho", y cuando lo digo, es con esa emoción que hace brillar los ojos.

Pero este año no tengo muchas ganas de payasear y alegrar a todo el mundo, tampoco tengo ganas de mandar mails y más mails con buenos deseos, no porque no le quiera desear cosas lindas a nadie, sino porque de verdad estoy cansada. Y mucho menos que el año nuevo empiece como el primero sin mi abuela: mientras todos brindaban y estaban felices porque estábamos juntos, yo estaba con mis ojos hinchados desde hacía horas, moqueando por no tener a mi abuela y por todo lo que me estaba saliendo mal.


No quiero que mi 2006 empiece así. Y como soy recicladora y guardo todo, les pego un mensaje que mandé hace unos años, un año que estaba con todas las ganas que me faltan ahora:


Qué la Nochebuena los encuentre rodeados de todos vuestros seres queridos, brindando con lo que sea que tengan en las copas, vasos, botellas, etc etc etc, teniendo esa sensación de paz y de regocijo que siempre se hace presente en esta noche, y que, como cuando éramos chicos, la Nochebuena sea una noche llena de magia, llena de esa ansiedad por ver a Papá Noel pasando por el cielo con su trineo y las ganas de que se haga de día para ver qué nos dejó en el arbolito. Y que el regalo más grande que encuentren sea justamente la magia de estar reunidos con nuestros seres queridos, todos felices y con la esperanza de un futuro mejor chisporroteando por todos lados.
Sean felices.

Abrazo. Fin del post.

16.12.05

Jueves de Salitou: una serie de eventos desafortunados



Y si, vi la peli y me gustó, porque me gustan las películas para chicos, para chicos y grandes, para grandes, me gustan las películas.

Mi serie de eventos desafortunados comenzó ayer a la noche, cuando dije "mañana tengo que madrugar, pedí el turno con el médico hace un mes, y el anterior lo perdí por confundirme de día, ya hace dos meses que vengo pidiendo turnos y nada, me baño antes de irme a dormir y duermo vestida, por las dudas" y llamé a mi viejo para que me llame a la hora que se prende mi televisor, que como despertador no sirve, ya que incorporo lo que escucho en mis sueños de la mañana.

Llegó el momento de desconectarme y apagar la pc, y preparé todo para el baño. Si, necesito prepararlo, nada de entro y digo "oia, ducha" y resuelvo todo en el momento.

Y como siempre, empecé a dar vueltas, mientras buscaba las cosas en el dormitorio prendí la tele, estaban dando una película, y me senté en la cama para verla. Pensé en aprovechar el tiempo, y me apliqué una mascarilla tipo peel-off, nada más porque me encanta el momento de sacarla tirando de los bordecitos (que feo suena eso fuera de contexto). Puse la almohadilla térmica en mi cintura y me enganché viendo la película. A eso de las tres de la mañana desenchufé la almohadilla, me saqué la máscara y pensé que mejor a dormir y dejar de perder el tiempo. Me metí en la cama y empecé con el zapping. Tipo cinco de la mañana apagué el tele y me dormí, dos horitas y media de sueño son mejor que nada.

A las dos horas, me despertó un lindo calambre, me estiré la pierna y me volví a dormir. Me llamó mi viejo, y di las vueltas acostumbradas: arrastrarme al baño, pensar que todavía estoy durmiendo porque tengo sueño, volver a la cama, volver a dormir.

Me desperté una hora antes de mi turno al grito de "no se dónde están las radiografías!" y empecé a buscar como desesperada.
Shit.
Cuando las encontré, me di cuenta que tampoco sabía dónde estaba el papelito del turno (con la dirección) y no recordaba ni por asomo el nombre del médico, así que lo llamé a mi viejo para que en operación comando me consiguiera la dirección con la obra social, mientras me metía en el baño.
Tardé diez minutos más de lo habitual, la ducha siempre me obliga a meditar y pierdo la noción del tiempo, y salgo confiada pensando que en diez minutos de taxi llego, me quiero conectar al laburo porque en la agenda de allá me anoté el turno, para ver el nombre del médico, y me falla la conexión constantemente.
Shit.
Llamo a mi viejo, me da la dirección, preparo todo y cuando agarro la billetera me acuerdo que la noche anterior pagué yo la cena, y mi hermano me quedó debiendo la mitad, y no me quedaba un solo billete.
Shit.
Camino a toda la velocidad que me permitía mi pierna izquierda, un poco más corta que la derecha por culpa del calambre, y llego al cajero automático. No tenía cambio.
Shit.
Voy al cajero de al lado, pensando "tu tienes cambio, di que si di que si di que si", y me dijo que si, y salgo y justo en ese momento no se veía un solo taxi libre por Corrientes, faltaban cinco minutos para mi turno.
Shit.
Entonces estiro la mano y de atrás de un colectivo aparece un lindo taxi que para. Bingo! Pero cada vez hay más autos en Buenos Aires, y el viaje se hacía laaaaargo, y mucho más sabiendo que era tarde.
Shit.

Final feliz? Sisisisisisi :)

En el camino, encontré el papelito del turno, con la dirección, que coincidía exactamente con la que me había pasado mi viejo (no siempre se produce esta coincidencia). Llegué quince minutos tarde, y el médico me atendió igual, y no me retó por llegar tarde, y tenía buena onda, y escuchó todo lo que el dije, y me contestó todas las preguntas, hasta las que me olvidé de hacer, y me dió una orden para un estudio, y fui a sacar turno, y lo conseguí para el sábado, y no solo eso, sino que en lugar de darme un turno para volver a ver al galeno dentro de un mes, lo vuelvo a ver el próximo lunes.

Fin del post.

4.12.05

Fin de semana


Otra vez no tengo ni p*t* idea de qué escribir, y tengo muchas ganas, de verdad, así que les voy a contar cómo fue mi fin de semana de larva, otro más.


El viernes me quedé con sed de magia cuando terminé de ver La comunidad del anillo, y me autoprometí a mi misma (redundo para que quede clarísimo) regalarme un fin de semana de la historia completa, versiones extendidas.

El sábado tenía una comunión, se vinieron mis viejos a buscarme, y llegó mi hermano, y tuvimos un pequeño altercado. La convivencia es difícil, mucho más cuando las personas que la practican se aguantan porque son de la familia, y tienen más rollos que ciento cincuenta ventanas con persianas. A veces me pongo a pensar si la gente es tan sorete como yo creo, o si mi estado de ánimo me predispone a exagerar la pequeña soretez que todos llevamos dentro y vivo en la ilusión (ilusión como alteración de la realidad) de que estoy rodeada de monstruos materiales, insensibles y egoístas.

Después de varias insistencias progenitoras y un intento fallido de arruinar un maquillaje casual arruinado por las emociones que no deberían salir por los ojos, me puse los lentes de sol para cubrir mi persona y fui a la comunión.

Los chicos, de verdad que le ponen pilas a todo. Como no conocía a nadie, no por no haberlos visto nunca, sino porque me cuesta horrores registrar a la gente, me limité a saludar, sonreír y hacer de vez en cuando algún mínimo chiste carente de contenido. Pero no estaban los ánimos para eso, y los ánimos familiares pasaban de "hace mucho que no te vemos" (ni un "qué linda que estás", puta madre) a un "tenemos que conseguirte un novio, cuál te gusta", como si estuviera en un supermercado lista para agarrar a algún caballero, meterlo en el changuito y enfilar para la caja.

Como no me decidía y mi "si es mayor de 25 no me interesa" no sirvió de nada, ellas decidieron que el indicado era el de barba, quizá porque era el que les gustaba a ellas y como no podían echar mano en el asunto querían que alguien más lo hiciera en su lugar.

Mamá escuchó el comentario y se convirtió en Sylvia Fine, y dijo que le gustaba, que lo afeitaría y le cortáría el pelo, que ya había estado hablando en la cocina, diciéndole que servir café con un termo de bomba era como ordeñar un termo, y yo ahí en el medio, con más ganas de tomarme un remis a Ezeiza que de andar de levante en una comunión.
Empecé a pensar en por qué no estaba en una comunión en algún país con atentados terroristas como asaltos hay acá, nada más que para que cuando entren los encapuchados con armas largas salir al grito de "llévenme a mi!".

Pero sobreviví, no se me cayó la careta aunque brindé con champagne. Les hice chistes a los chicos, siempre se maravillan con mis ocurrencias, y esta vez le tocó el turno al método para hacer un "pequeño globo babeado" con los restos de los globos reventados a propósito.

Después, me despedí de mis progenitores, que se retiraban a su hogar, y me quedé con mi prima, compañera de salidas, llantos por proyectos fallidos, depresiones y alegrías. Una auténtica amiga, y encima de la familia. Fuimos a lo de los viejos de ella, mis tíos, disfruté un rato de felinidad con Ulises y un cachito de lana, y pude observar como eso de que la distancia mejora las cosas es cierto y pasa en todos lados. Caida la noche nos fuimos para el departamento donde vive desde hace poquito, y me convidó con su alegría de haber dado el tan necesario paso. Me contó historias de su trabajo, de gente, y yo le cebaba mate mientras le tejía una agarradera y me limitaba a decir "cuando vi por primera vez ese video empecé a mirar a los pelados de una forma diferente".

Pobre, se bancó mi ausencia total de onda, ni de la buena tenía, y encima me prestó un cacho de cama, colchón de resortes para hacer las delicias de mi espalda, que me hizo mal y sin embargo la quiero.

A la mañana, madrugar, ella tenía cosas que hacer y yo me iba cuando ella se iba. Y a hacer tiempo, para volver a casa a la hora que dije y no ver nada que no quiero ver.

Me compré una de las dos revistas femeninas que compro todos los meses, de esas que están llenas de gente linda como no soy ni nunca voy a ser pero no me importa porque soy linda a mi modo y si a alguien o le gusta que mire para otro lado, llena de perfumes que compraré con cuentagotas y cuotas con tarjeta, cosméticos que hacen magia y arruinan economías, y ropa linda que estoy decidida a imitar con hilados y crochet.

El colectivo tardó la eternidad habitual en aparecer y la eternidad habitual en llegar a la parada donde me bajo, pero me quedaba una hora y media todavía para dar vueltas. Venía derechito a sentarme en la puerta de mi casa, leer la revista ahí, cuando me decidí a regalarme un momento para mi, y me fui a desayunar. Café con tostadas y revista. Y me acordé de mis idas al cine sola, y cuánto las disfrutaba, y me regalé no una hora y media, sino dos, desayunando conmigo, ahí al costado de la vidriera del café, para que la gente me vea disfrutar de mi revista.

Volví, chateé, compartí la emoción del deber cumplido y del éxito alcanzado gracias a la generosidad de los demás, generosidad contagiosa, y de planear un encuentro de fin de año.

Y después me tiré en sillón, me tapé con una manta y dormí la siesta más larga de mi vida, todo el santo día mezclando diálogos de películas con sueños, un poco más de magia para el fin de semana, y todo lo que tenía que hacer no lo hice, otro fin de semana al pedo, otro fin de semana de larva.

Me tomo un té dormitivo, y me voy a dormir temprano, tengo ganas de pasear con capa, capucha y bastón por un bosque brumoso, hacerme amiga del Señor de algún río, por qué no de dragón, y prestar algo de mi magia y mi espada a la causa justiciera de algún caballero de noble linaje e igualmente nobles intenciones.

Abrazo de oso polar de Coca Cola.

Fin del post.

2.12.05

Se perdió la Magia?

Llego a casa y no tengo nada que hacer. Salir? No tengo ganas. Ya leí todos mis mails, si, de todas mis cuentas, ayer aprobé el examen que tenía que rendir y hasta el lunes no tengo el material para estudiar para el siguiente. Decido ver televisión, me fijo en la programación: La comunidad del anillo. No hay mucho que pensar para decidir. Empieza, la música me vuelve a pegar en el plexo solar, un río de hielo me recorre la columna vertebral y se extiende por mis nervios, hasta la punta de los dedos de las manos y los pies. Mis ojos se llenan de lágrimas y clavo la punta de los dedos en un almohadón, esperando. Hacía mucho que no sentía esto, adoro esa historia, adoro cómo esas palabras se meten por mis ojos y me transportan a ese mundo de fantasía, donde el mal y el bien están tan bien diferenciados, donde hay lugar para héroes, heroínas, seres que sufren de formas que no podemos imaginar, otros que son felices y su felicidad es algo tan natural que no deja lugar al sufrimiento. Pero ya no es lo mismo que la primera vez. La magia que sentí y viví cuando leí los libros por primera vez ya no está. Es una historia cruel, me lleva a lo largo de tantas páginas a un mundo en el que me gustaría estar, para abandonarme al terminar la última página del último libro. La historia se terminó y punto, ya no hay más, tengo las manos, el corazón, el alma y los ojos vacíos de toda esa magia. La magia original, que me dibujó sonrisas y me arrancó lágrimas. La magia original ya no está, en su lugar hay otra, la magia de robar por un rato un pedacito de la vida de esos personajes, sabiendo que se volverá a terminar, y que me voy a quedar otra vez con las manos vacías, que se me va a escurrir entre los dedos, como el agua.