22.11.05

Licuadora


Estoy en medio de un ring. No un anillo, uno de esos rectangulares donde dos señores de pantaloncillos y manos acolchadas se decoran las caras a golpes.
Estoy en el medio y me rodean mis oponentes: el trabajo, la familia, el dinero, el estudio, uno en cada esquina.
Me miran fijo, serios, esperan que de el primer golpe para devolvérmelo. Pero no puedo, no puedo moverme por más que lo intento. Se que en el momento oportuno, a las corridas y con el tiempo más que ajustado voy a fajarlos a todos, de a uno por vez, pero no puedo anticipármeles.
La semana pasada intenté estudiar para un exámen, leía dos párrafos y se me venía a la mente un tema de trabajo, una discusión imaginada, mi pie posándose triunfalmente en la garganta de alguien. Volvía a leer el último párrafo, y se me venía a la mente un tema familiar, y me quedaba con los ojos fijos en la misma palabra mientras pensaba cómo resolverlo. Un sacudón de cabeza y a retomar la lectura, y un ejército de números seguidos del signo $ y un nudo en el estómago me atacaban.
No se daban cuenta que me estaba peleando en ese momento con el señor estudio? No pueden respetar cada uno su turno?
No, y yo no logro concentrar mi atención en uno solo por vez, tengo que tenerlos a todos en la mira, y así no logro avanzar, sino mantenerme en el medio del ring, que ahora es un
dohyo, y yo estoy en el medio tratando de que no me saquen.
Y un día antes del exámen resigné horas de sueño, le di un par de leídas a conciencia (es decir, con pocas interrupciones) y aprobé, pero a último momento.
Y sigo así, con un cóctel en la cabeza, cada idea, pensamiento, recuerdo, previsión, bronca no descargada o alegría está desarmada en pedacitos, y está todo mezclado.
Sepan entender si entre tanta mezcla se me escapa de vez en cuando alguna incoherencia.

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